Tulùs(n)ä

Y al final sólo quedó la magia. Setecientos treinta días bastaron para culminar el reto. La muerte del viejo barbudo por fin tenía una solución consecuente a su cruel destino. Había sido capaz de vencer el misterio, ahora todo encajaba. Abría bien los ojos y respiraba nervioso mientras el frío coqueteaba entre mi pelo. La respuesta había estado siempre allí, dentro de un bolsillo, esperando. La respuesta palidecía ante la ciencia, era ignorada por la práctica y renegada por la realidad, pero allí estaba esbozada junto a un problema de algébra de bachillerato. Esa había sido siempre la solución:

«… me gusta la idea de inventar ese lugar sabiendo sólo su nombre, que me recuerda a felicidad, a gominolas, olores, colores agradables, mucho sol, temperatura normal y con muchos árboles y a música, mucha música! Nota mía!«. *

Entonces el león despertó sacudiéndose el letargo y rugió furioso dentro de la jaula dorada mientras la luna surgía del este iluminando las cobrizas montañas.

«El león está en contra de todo! Quiere destruirlo todo y volver a crear el mundo entero de nuevo, más próximo al deseo del corazón. Tiene grandes sueños y utopías en su mente«.*

Cuando todo estuvo en silencio, él gritó.
*

Se inició el éxodo rumbo a la ciudad invisible….

* Nanushka.

2 comentarios en “Tulùs(n)ä

  1. Ojalá nunca te canses de escribir y lo tomes y no lo sueltes y lo tomes y no lo sueltes, eternamente.

    Lo haces bien, mamón.

    Lee «Las Ciudades Invisibles» de Italo Calvino, no es un tochote e igual te ayuda en el Éxodo. Nombres de mujer que dan pie a una ciudad, a una historia.

    te leeré en la sombra 🙂

  2. No hay duda que Calvino se esconde en la estructura profunda de la idea, pero quizas no aporte mas que una nomenclatura y su superestructura este conformada por una cierta desviacion de la misma. A quien seguir, al maestro o al desviado? Al desviado, seguramente.

    He perdido las tildes del teclado, lamentable.

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